miércoles, septiembre 17, 2008

DE LAS PALABRAS - HENRY MILLER



17/01/07

Tal vez valga la pena detenerse de nuevo en este pensamiento. Y reflexionar sobre el contenido y significado de poder, en verdad, hacer cesar la pugna entre la colectividad y el individuo. Entonces, el esplendor del tipo humano no quedaría fraccionado, disgregado, dividido. Se multiplicaría en el individuo que a su vez es parte única de un colectivo que lo contiene, precisamente por su condición de ser humano.

Nos hemos acostumbrado -y buena parte de las ciencias sociales han contribuido con esta tarea- a pensar el mundo como una realidad dividida entre un colectivo que carece de individuos y unos individuos incapaces de comprender que nada son si su vida no se desenvuelve en armonía con el hermano, que es su complemento y su razón.

De modo tal que la política, dependiendo de los intereses que diga defender, hablará en nombre de unos y de otros, sin darse cuenta que en ello desaparece el esplendor del tipo humano. El hombre se convierte en mercancía o en ficha para la estadística. Desaparece como lo que es, para dar paso a lo que otros quieren que seamos.

Y para eso somos objeto de todo tipo de manipulación, trampa, engaño. Y es tan grave la distorsión de la realidad, que el capital no puede vivir sin los individuos y las revoluciones no sobrevivirían si dejasen de utilizar los colectivos como mayorías a quienes hay que ordenar, organizar, etiquetar y hacer que permanezcan en su condición, para que no se les ocurra querer alcazar la dimensión de individuos.

Y cómo haremos para acabar con esa pugna y restablecer el esplendor del tipo humano? A esa reflexión nos invita Henry Miller y nos convoca esta realidad-espejo que no encuentra su identidad sino en la imagen de sí misma que le otorga un cristal despedazado.

“El hombre nuevo
se encontrará a sí mismo
sólo cuando haya cesado la pugna
entre la colectividad y el individuo.
Entonces veremos al tipo humano
en todo su esplendor.”
[1]

[1] Henry Miller, El tiempo de los asesinos. Buenos Aires, Sur, 1965, p. 18


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miércoles, septiembre 10, 2008

SUEÑERIAS



El sueño vino y
liberó la vida
para que no se
acabara en el
camino sin vivir


P.I.Tchaikovsky
Manfredo / 2do.movimiento


abm / serie sueñerías
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miércoles, septiembre 03, 2008

DEMANDEMOS NUESTRAS PROPIAS OBRAS Y LEYES


Ralph Waldo Emerson nace un 25 de mayo de 1803

Nuestra era es retrospectiva. Construye los sepulcros de los antepasados. Escribe biografías, historias y críticas. Las generaciones anteriores miraban cara a cara a Dios y a la naturaleza; nosotros lo hacemos a través de sus ojos. ¿Por qué no habríamos de entablar también nosotros una relación original con el universo? ¿Por qué no habríamos de tener una poesía y una filosofía que sean fruto de nuestra propia visión y no de la tradición, y una realidad que nos sea revelada a nosotros, en lugar de ser la historia de la revelada a ellos?

Cobijados por un tiempo en la naturaleza, cuyas corrientes de vida nos circundan y atraviesan, y merced a los poderes que nos confieren, nos incitan a realizar acciones conmensurables con ellas ¿por qué avanzar a tientas entre los huesos resecos del pasado y convertir a la generación viviente en un desfile de máscaras con su descolorido vestuario? El sol brilla también hoy. Hay en los campos más lana y más lino. Hay nuevas tierras, nuevos hombres, nuevas ideas. Demandemos nuestras propias obras y leyes y cultos.


RALPH WALDO EMERSON*
* El espíritu de la naturaleza.
Buenos Aires, Errepar, 1999, p.11-12.

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