martes, octubre 22, 2013

DECIRES DE OTOÑO IV




Desde este ventanal deslumbrado
por las fosforescencias de un otoño
las hojas son pájaros recién
salidos de sus nidos en vuelo
acompasado hacia un aposento
de verdes que aún el invierno no
cubre con su abrigo de estrellas





Mariposas resplandecientes que
juegan a buscar una flor en los
dominios de la hierba








Tempestades de suspiros que los
árboles le regalan al viento para teñirlo
de estambres de un amor enternecido






Abecedario de las ramas que escriben
en el aire una sinfonía en el tono menor
de los susurros






Claves de un tiempo que desentraña
su acontecer en la circunferencia de
un color que se vuelve canto






Prodigio de una musicalidad lanzada
en la brevedad de una respiración hacia
los acordes de un larguísimo de flauta







Fusión de pétalos que habrán de
brotar de sus filamentos de agua y del
dulzor de los gajitos que se bordan
al interior de sus cortezas







Andar de peces que navegan
sobresaltados en el velamen de
una nube aterida de lloviznas







Niños que aguardan trepados a las
pupilas sonoras de una ilusión






Las hojas deletrean en su vuelo azul
el mapa astral de la vida que aún
no aprendemos a sembrar como el otoño
en las honduras de los pozos
en el cauce violeta de las piedras
en las aguas subterraneas que nos nutren
sólo para sellar su regreso vertical
en el documento inalterable de un
aluvion de florerías



fotos / anala
texto / mery sananes
28 / octubre / 2009





2 comentarios:

A chuisle dijo...

Tus versos son como una letanía de otoño... tus ojos de poeta ven lo que no soy capaz de ver, yo sólo veo hojas que caen en una triste danza, hojas que, luchando por no morir pisoteadas, terminan por ser una alfombra de colores, una alfombra moribunda.

Administrador dijo...

No, amiga. No se trata de ojo de poeta. Poeta eres tú. Es de sentires. Y cuando la tristeza anda presente la mejor primavera se nos nubla. Si ella hubiese llegado, cuando Salvatore Adamo la esperaba, si hubiese estado allí, hubiesen ambos amado la nieve. Si Antonio Machado, en la voz de Joan Manuel Serrat, en su Balada de otoño, no hubiese estado solo, desasistidamene solo, el otoño hubiese sido un abrigo para el amor. Pero a veces alguien que esperamos no llega, o alguien que teníamos se nos ha ido, o simplemente el día se nos hace gris a través de las lágrimas, y todas las estaciones se nos asemejan hojas que se han ido. Tal vez es mi manera de pelear con la melancolía y el dolor, en estos tiempos en verdad sombríos. Gracias por este intercambio Myriam.