domingo, marzo 24, 2013

TIEMPO PASCUAL

Cristo de Velásquez

2013

 Comienza un nuevo tiempo pascual

¿Acaso el dolor ha hecho menguar el dolor que sigue creciendo como un vagón enfurecido?

¿Acaso ha disminuido esa devastación continuada de la que estamos hechos?

¿Ha logrado la muerte permanente dar paso a la resurrección de la vida?

En esta nueva semana pascual, y más allá de toda plegaria, seguimos dejando esta letanía de preguntas.

Tal vez algún día encontremos las respuestas.

Dalí



2011

Y hoy frente a la ausencia de toda piedad habrá que pedirle al creador que nos diga cuando al fin el hombre será hombre para que entonces alumbre los arcos las maderas y metales por los siglos que tendrán que venir



Dalí


2009

¿Cuántas soledades habremos acumulado en este nuevo año? ¿Cuàntas desgarraduras, ausencias, requebrajamientos, dolores como ‘del odio de dios’?

¿Cuántos niños habrán dejado de sonreír sorprendidos por el estruendo de una bala? ¿A cuántos seres humanos les habrán cobrado su simple existencia, su vivir en determinado territorio, su impuesta condición itinerante y peregrina?

¿Cuántas muertes en cuántos segundos hemos sido capaces de acumular, sin que la vida se pronuncie en voz alta exigiendo su lugar sobre la tierra?

¿Cuántas sepulturas ocupan hoy el espacio de territorios de y para la siembra del pan y el fruto?

¿Cuántos horizontes hemos destrozado como quien arruga entre sus manos un diminuto papel que pudo convertirse en juguete que navegue en el río de los sueños?

¿Cuánto ruido hemos sumado para no escuchar el estruendo que deja en el silencio las ausencias?

¿Cuánta masacre se ha acometido en razón de todas las ideologías, principios y teorías, que tan lejos han estado y siguen estando de estudiar la diferida condición humana?

¿Cuántos pasos hemos dado en vano? ¿Con cuánta fruición nos hemos encerrado en nosotros mismos para no observar al hermano que hemos vuelto ajeno y extraño?

¿Cuántas veces el planeta se ha contado tan sólo para dejar registro estadístico de sus hambrunas, de su depauperación, de su balance negativo?

¿Y qué hemos hecho nosotros con tanta tristeza, tanta minusvalía, tanto vejamen, tanta degradación y sobre-descomposición?

Preguntas en un tiempo pascual, que deja el registro de un ser dispuesto al sacrificio, que aún en medio de su gloria y su resurrección en el reino de los cielos, adviene cada día en espera de la realización del reino de los hombres, aquí en esta tierra, hoy y ahora.
¡Que así sea!

 Dalí

2008

En la Semana Mayor del 2007, escribimos las palabras que siguen, que tienen una vigencia que sobresalta. Lejos de ir en dirección a las indispensables resurrecciones, seguimos avanzando en la entrega de la vida, a nombre de infinitas razones inventadas para multiplicar la muerte, que no la esperanza.

La tristeza, entonces, la desazón, se acrecientan y agigantan hasta dejarnos exilados en el silencio de quienes no tienen palabra, ni pan servido, ni mesa de consagraciones, aventados sin saberlo, a empujones, hacia guerras que no les pertenecen, hacia horrores que en nada conciernen a sus sueños deshabitados.

Y, sin embargo, y aunque sea desde el fondo de un pozo, hay que moldear el grito hasta convertirlo en un rayo de luz. Hay que excavar desde los túneles más oscuros en dirección a la brecha por donde se cuela el dulzor de las aguas que habrán de dar de beber a las mandarinas y a los nísperos.

Hay que agitar el viento al interior de las velas del bajel de la vida, sembrarle candilejas a la pólvora, desatar las resurrecciones.

Por ello dejamos aquí de nuevo estas señales, como si fueran diminutos cometas en manos de un niño, para que cada quien suelte el cordel de sus propios sueños en altiva confrontación con la muerte, donde quiera que esté.

 Dalí

2007

En estos días mayores, en los que la historia de los sacrificios hace presencia en la mesa cotidiana, es bueno preguntarse por este tiempo que vivimos, tan plenos de muerte y tan ajenos a resurrecciones.

Preguntarnos por las creencias que se nos vuelven madejas. Por las oraciones que quedan recluidas en el cuenco de las manos. Por la vida que no hemos podido construir.

Por la noche gigante en que hemos convertido este triste y desolado planeta. Y tal vez hasta por la esperanza, la que podríamos edificar, el día que consagremos paraísos en el interior del corazón del hombre y hagamos de la resurrección el ritual de cada amanecer.

mery sananes




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jueves, marzo 21, 2013

J S BACH: MAESTRO DE LOS ARCÁNGELES DEL CIELO




21 de marzo de 1685 / 28 de julio de 1750


Hoy tropecé con tu grito grande
en el canto de un amanecer de capilla
que veía brotar desde el órgano de las
bendiciones los cielos de las
trompetas mayores

Y pregunté por tu nombre y jerarquía
y de todas partes brotó el mensaje
es el maestro de los arcángeles del viento
el astro de las luces del mar y los peces
el júpiter de los recuerdos del mañana
la consagración del agua y la tierra
la soledad vuelta bajo continuo y fagot

Una emanación en diásporas de notas
para construir altares de humildad y amor
la encarnación de los principios de todas
las doctrinas musicales de los pistilos y geranios
la imagen para la adoración de las cuerdas
del recogimiento que trazan las penumbras
del olvido y que denuncian los píccolos
montados en el imán de los registros
de la trascendencia

El mismo tiempo hombre de los atardeceres
que caen en los lugares del credo
y los sanctus a que nos convoca
la instalación de los días
en que todos los mortales
podamos escuchar una música así
salida del propio dios y que
nadie antes compuso porque tú
juan sebastián sólo viniste a traernos
el puñado de risas que salen
de los pedazos de corazón ´
con que aún cuenta esta humanidad
tan terriblemente socavada por
los imperios de la destrucción

Y eres quien reparte el alma
que se mantiene custodiada
en los más altos cielos de la eternidad
por todas las posicions
de los temperados claves del amor
que algún día se instalarán
en el reino del corazón
de todos los hombres
para que el grito se vuelva
el más grande de los amén
de los siglos de los siglos
y de los hombres de los hombres



Agustín Blanco Muñoz
Ofrenda Musical / inédito




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martes, marzo 19, 2013

LOS ANDAMIOS DE LOS ENAMORADOS



Aceptar la vida sin el ojo
es navegar por las nubes
sin sentir los andamios
de los enamorados



agustín blanco muñoz
serie el ojo y el mirar
foto / mery sananes




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domingo, marzo 17, 2013

DE TU AMOR RUISEÑOR


a mercedes 

Hay en tus ojos escrito
un poema de ausencias
el espejo de un río que
no alcanzó la sal de los
océanos la ventisca de un
día silenciado

Hay una travesía por
andenes en los que no
te detuviste orillados de un
lecho de hierbas y la resaca
de un sol en su ocaso

Hay la huella de un fuego
que las piedras no pudieron
iniciar a pesar de tus manos
engarzadas en el manojo de
tierra que fue tu talismán

Hay un piano detenido en
el re de una sinfonía inconclusa
y una tristeza de madrugada
que nunca ha cesado

Hay una pregunta cincelada
en el ay de las respuestas que
ya conocías y una herida inmensa
como tu dulzura que sin saberlo
se derramó sobre tus ramas
con la ira de un relámpago

Y sin embargo cómo destila
de tu mirar un adagio de amor
en cuerdas tensadas en el
archipiélago de tus respiraciones
sin otra pausa que la hija que
advino de la rosa de tus párpados
en un aluvión de risas que de
pronto se acalló en la geometría
de una mortaja

Hay en tus ojos un recinto
en fuga un alumbramiento
de caracolas la anticipación
de un tiempo que nunca fue
que tú reconstruyes en el 
naufragio de las lágrimas
y en el sedal de 
las resurrecciones

Y yo te restituyo al linaje
de los días a la consagración
de los atardeceres al infinito
algoritmo del amor ruiseñor
que te pobló y habitará
para siempre


mery sananes
15 de marzo del 2013


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viernes, marzo 15, 2013

RAFAEL FRANCESCHI - EN EL OCEÁNICO PECHO DEL INFINITO



Sobre el silencioso
pétalo del día
una flor como una catedral
abre su corazón
bordando de alegría
la mañana
como la gota de rocío
en la mano frágil
de un niño

Una ancla hundida
por primera vez
en el oceánico pecho
del infinito…


texto y arte
rafael franceschi
1994




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viernes, marzo 08, 2013

LA RESURRECCIÓN DE LA ALEGRÍA





desenvuelvo tus linos
esparzo tu sol
te devuelvo a la vida

parcela 40


En cántaros de adagios te busco este
marzo cuando hago travesía desde el
corazón de las pomarrosas hasta el huerto
florecido de risas que dejé anclado en la
sonoridad de un bosque de clavicordios

Allí dejé tu luna adherida a los párpados de los
niños que no llegaron a conocerte pero que
dialogaban con tus silencios en el alfabeto de
los suspiros para masticar las huellas de tus cauces
cantarinos y tus pasos de alas estremecidas

Asciendo al estruendo de las nubes que
guardan la lluvia para darle de beber a mi
regazo hecho de tierra y vuelto cobijo de 
preguntas sin más respuesta que la opacidad 
de las palabras rotas y la inclemencia del
dolor que apunta como un disparo certero
a la corteza de los árboles desarraigados
del torrente de su savia y el rumor de los
pájaros rojos

Y sin embargo en este marzo de nuevo
te libero de la soledad de las piedras
y el acorazado territorio de las lágrimas
que nunca brotaron para que te vengas
conmigo a arrullar a mis niños en el
pozo profundo de tus ojos en el inédito
paraje de tu dulzura desbordada y el agreste
campanario de tus suspiros contenidos

Volverán tus acordes a dibujarle corales
a la avasallada piel de las aguas represadas
edificarás en las noches de sus desvelos
el tiempo redimido de los plenilunios y
bordarás un recinto de abrazos en vuelo 
hacia la pimpina vacía de sus querencias

Y por ello más allá de las intemperancias
del odio y de las furias tú y yo
en este marzo aromado de junios
desde el hangar de las estaciones
el alto entramado de las colinas y
la algarabía de los tejeritos
destilaremos sobre la extraviada
audacia de sus pasos y la expropiación
de sus asombros la definitiva
consagración de los jazmines y la
ataviada resurrección de la alegría
para el siempre de sus días 
de peregrinaje y floración  


08 de marzo del 2013

foto y texto / mery sananes
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LA GEOMETRÍA DEL ÀRBOL



 En su candor
el pájaro carpintero
cincela la alucinante
geometría del árbol


texto y foto
mery sananes



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martes, marzo 05, 2013

EL VUELO DE LA NUBES






Nada como ver el vuelo 
que emprenden los ojos 
al traspasar como dioses
las miradas en tierra que
se vuelven nubes de entrega


agustín blanco muñoz
del ojo y el mirar
foto / mery sananes
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lunes, marzo 04, 2013

PÍO TAMAYO A 115 AÑOS DE SU NACIMIENTO








PÍO TAMAYO A 115 AÑOS 
DE SU NACIMIENTO

Deber de mejoramiento moral con nosotros mismos
deber de ternura para con los nuestros y deber,
gran deber, de solidaridad y sacrificio con la humanidad

Pío Tamayo

Este 04 de marzo se cumplen 115 años del nacimiento de José Pío Tamayo. Cuando festejamos los cien, en 1998, dijimos estas palabras en la Casa de la Cultura de El Tocuyo. Y hoy mantienen su vigencia. Ojalá sirvan, en este hoy de opacidades y destrucción, para revivir el espíritu, el pensamiento y la acción de este floricultor de hazañas, asesinado a los 37 años, por su empeño en hacer de la idealidad avanzada la guía y base de la sociedad del porvenir.

Invitamos a revisar nuestros blogs para que hagan un recorrido por la visión que desgranó Pío, el floricultor de hazañas, de este expaís y de cómo advirtió que todos somos culpables de las profundas heridas que recorren su historia. Señaló vías, trazó caminos, expuso una teoría y ejerció una acción que le costó la vida, a manos de la tiranía gomecista, cuando apenas cumplía 37 años.

Setenta y ocho años después no desaparecen las causas sino que se han multiplicado. No se han restañado las heridas sino que se han abierto de manera creciente dejando en vilo la vida. Y señalan, sin duda, la necesidad imperativa de enfrentar, con el código de deberes piotamayistas, la destrucción que amenaza con extinguirnos como tierra de ofrendas y sueños libertarios aún no alcanzados.

PÍO TAMAYO RENACE CADA VEZ MÁS VIVO Y MUSICAL


Vivir es como cavar un pozo hondo y profundo, desde el centro de la tierra, en dirección hacia la luz. En ese duro y difícil trayecto hay que tener la persistencia del minero para inventar el color en el interior de los muros y construir el arcoiris de la lluvia en una sola y diminuta gota de agua.

Hay que aprender a descifrar en las piedras, el bosque de soles que nace de sus mágicas aristas. Pero sobre todo, hay que saber distinguir en la oscuridad los hilos de fósforo que manan de un carbón aún por encender.

¿No fue ese acaso el peregrinaje que Pío inició hace cien años, en un solar iluminado de caricias, para derramar toda su rebeldía sobre las tierras áridas de su Tocuyo, como quien excava pozos artesianos, hasta alcanzar el cauce acuático que moje las laderas, con el sueño de ver insurgir la espiga azucarada de la caña?

Pío nació, entonces como hoy, para inundar los pueblos con la luz centelleante del porvenir, enraizado en su estirpe jirajara y adherido por humana solidaridad a sus hermanos obreros, campesinos, jornaleros y transeúntes del vivir.

Y en el espejo de la grieta adivinó su metáfora poética, su compromiso militante, su promesa floricultora. No fue fácil ni sencillo su camino, porque el asombro lo iba deteniendo a orillas de las veredas, enamorado de las hojas, de los pájaros y de las orugas. Y debía sustraerse a la magia infinita de lo que vive en armonía, para ir a acampar en el rostro triste de los hombres que no tienen risa, ni mesa, ni pan compartido, sino las horas largas del trabajo duro.

En su interior, la palabra iba destilando mieles como si la maquinaria de su corazón fuese un ingenio. Pero sabía que en la boca llevaba el amargor de las batallas perdidas, de las ilusiones quebradas, de las derrotas compartidas. Como si no bastara encender el candil del amor, para que se hiciera mediodía sobre las noches de los pueblos tristes.

Pío fue así naciendo cada día, en cada paso, hacia el nacimiento mayor de los hombres que perduran a través del tiempo y el espacio, como un papagayo multicolor cuyo estambre está prendido de las constelaciones más lejanas. Desde allí observamos sus signos un día, y desciframos su código maestro para regresar cada cien años, con su misma ofrenda de entrega y ternura que dejó esparcida por los territorios donde la muerte quiso sepultarlo.

Vivir es vestir el traje de la tristeza, cada día que las tempestades horadan las empalizadas de las nubes y cada vez que las hojas emigran de sus tallos, para emprender el camino hacia una primavera que aún no llega.

Es aguardar pacientemente la hora en que el sol cruza la línea de los encantamientos, para regalarnos un crepúsculo de violetas. Y es apurar el paso para alcanzar el andén de la esperanza, que espera ansiosa el vagón de los suspiros.


¿Y no fue acaso Pío un empedernido viajero en el tren de los infortunios, desde donde iba tejiendo relatos maravillosos y versos musicales que parecían ascender hasta los copos de los árboles para desde allí estallar en polen por todos los surcos? A Pío le tocó elegir una y otra vez, entre lo dulce y lo amargo, entre la melodía de los ríos que no cesan y el tajamar de los océanos sin mapas.

Entre el cálido abrazo de Rosa Eloísa, vestida de jazmines y azahares o la estampida por las trochas que conducen a la libertad. Entre su afán de labrar su nombre en un medallón y la decisión de entregarse a la hazaña de lo que será. No se equivocó Pío, ni fue en vano su recorrido de destrozos y sinsabores. Dejó grabado en el centro de la historia, la esperanza de los pueblos que habrán de liberarse de todas sus ataduras.

Quiere decir todo esto, que vivir no es un oficio fácil ni ligero, sino que se va haciendo en el andar de los sentimientos que no se quiebran por los vendavales. Vivir es transitar el territorio de la muerte con un manto de hierbas frescas, sin ser sepultura ni sepulturero. Es atrapar el vuelo inquieto de un colibrí desde el observatorio de un espejo invertido.

Y es ejercer esa fidelidad al corazón que nos hace invencibles ante las derrotas que otros nos inventaron. Así Pío fue viviendo su renacer, cada vez que el golpe seco hacía amagos por detener el ritmo de su vuelo incansable e infinito. Así fue desgranando sus lecciones, no en las palabras altisonantes del que nada tiene que decir, sino en el tono de los salmos que predican los porvenires.

Así elevó el vuelo de su papagayo para herir la tiranía, aquel febrero de 1928, y luego lo trenzó entre las piedras de los muros de la muerte, para convertirlo en un caballito de mar, por el cual se iba al galope de la revolución radical que anunció como la clave de los tiempos que vendrán.

Así aprendió a ovillar el dolor de su pecho maltrecho y socialista donde la tisis pirograbó su canción de eternidad. Burló a sus carceleros, por los senderos donde el rayo de luz desciende como un tobogán sobre el dintel de las entregas. Y fue abriendo estafetas en todos los espacios donde reina la injusticia.

Vivir, para Pío, es distinguir entre todas las rosas, la flor única que habita nuestros sueños, aromando de ternura las estancias donde se forjan las batallas. Abrir generosa las manos olorosas a miel y a jazmín, para dibujarle sonrisas a los desvalidos y los desahuciados. Verter el tarro eterno de las aguas más puras sobre cada uno de los espacios donde reina la sequía.

Nunca detenerse en las ojivas de las puertas que atesoran desmemorias, ni regocijarse en el tropel de guijarros que mueven los ríos cuando se quiebra la risa. Para Pío vivir es algo mucho más simple y complicado. Es poner en movimiento la gran maquinaria del asombro, para advertir la armonía del viento cuando pasa tocando los cañamelares como si fueran diminutos laúdes, escanciadores de música, para no secarse como una rama que ha perdido su savia en el holocausto de las hachas.

La vida, para Pío, no es vida porque vivió, sino porque aprendió a no morir a cada paso, de tanta muerte que lo acechó, de tanta mortandad que le impusieron, de tanto querer encerrarle en círculos las líneas que navegan hacia la plenitud de lo vivido.

La vida fue vida para Pío porque logró moverse al ritmo de una creciente de rosas, mientras dejaba pasar inadvertidos los ejércitos de depredadores que rondan interminablemente quebrando follajes, cuando aún no han nacido las orillas de los verdes. Por eso puede renacer cada vez, más vivo y musical.

Su decisión está grabada en los pliegues de los párpados que lloran caramelos y en las articulaciones de las manos que moldean los cántaros que dan de beber a los transeúntes de los pozos donde nacen los destellos más hermosos del vivir.

Por ello, a cada cual su vasija de mieles, su equipaje de días, su hondonada de penas. A cada cual su aluvión de floreceres, su amarizaje de líquenes, su estampida de polvo aglutinado. A cada cual la ocasión de ser fragua y martillo, o de ser piedra fundida en los fuegos fatuos de los rayos que cesan.

Pío nos enseñó que estamos hechos para dibujar sobre la brisa la más hermosa de las sinfonías y que sin embargo, somos sólo un fragmento de canción rota que busca ser piedra, para nacer de nuevo en el vértice de un carbón diamantino y eterno. Es nuestra la elección de cavar el pozo a la inversa o de quedarnos en la superficie, deslumbrados por los esplendores rutilantes de lo fatuo y lo fugaz.

Vivir es entonces cabalgar sobre un hilo tenso que atraviesa acantilados para ascender, desde el dolor, hacia los crescendos de un coral magnífico y centelleante, aprendiendo a recorrer los abruptos terraplenes del mundo, sin que se agote nunca el manantial infinito del amor.

Y por ello, por haber vivido, puede Pío, en este marzo, renacer en los farolitos de la plaza, en la risa de los niños, en el vuelo de los cometas, en el regazo de Clementina, en la esperanza de los hombres puros y sencillos de corazón.

Y renacer una y otra vez, cada cumpledía, en el tiempo de las insurrecciones que aguardan a los pueblos, hasta que la vida anónima y colectiva, fraterna y solidaria, abierta y generosa, florezca como una enredadera sobre toda la faz de la tierra. Sólo entonces Pío regresará a su residencia de nubes, a su aguacerito de plata, a su solar de embusterías, a describir el arco mágico de la poesía que mana del amor de los dioses que velan por la vida, por siempre y para siempre amen.

mery sananes

Casa de la Cultura de El Tocuyo
28 de marzo de 1998
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