domingo, mayo 10, 2015

MI MADRE Y SOLEDAD



Esta nueva carta de Ramón a su madre es otra verdadera joya. La relación que establece entre su madre y la soledad es una hermosa y extrardinaria manera de exponer esa compleja, profunda, intensa y conmovedora relación de los hijos con las madres. Entre ambas conforman el hilo que nos hace posibles, que nos produce y reproduce, y si lo asimilamos como las coordenadas esenciales que nos sostienen y conforman, como parte de un todo, y a la vez como únicos, tal vez podamos acercarnos al mundo que anhelamos y que hoy aparece cada vez más destruido, disgregado y devastado. Como toda carta a la madre es una carta de amor que quiere sembrarse en los hijos, los nietos, los bisnietos, en la especie a la que pertenecemos con el sueño de poder convertirnos alguna vez en verdadera familia planetaria. 


Maracay, 10 de mayo de 2015.


Señora:
María Remigia Yegres de Santaella.
Conjunto residencial encantado del espacio infinito.
Presente:

          Recordada madre, hace días te escribimos motivados por tu cumpleaños nº7 en aquellos recintos celestiales; sin embargo, no queremos dejar pasar esta nueva fecha de celebración del día de la madre, sin enviarte la correspondencia respectiva. Como bien sabes es día de fiesta universal, particularizado en este, tu planeta, de azules, verdes y arcoíris.

Los mismos años de vida cumplidos en aquel espacio-tiempo, donde todo pareciera resultar impalpable, son los de tu ausencia pero, como si nada; si bien, la distancia conlleva el vacío propio del olvido, este no ha sido obstáculo suficiente para que celebremos un día tan especial como este.

En consecuencia, hemos decidido escribirte por segunda vez en menos de 17 días y estamos seguros será de tu agrado.

En momentos como este, al ocuparnos en pensarte y escribirte, no podemos dejar de asociarte a Soledad, nuestra inseparable “amiga” de todos los tiempos.

Debes entender que más allá de una simple comparación o semblanza entre las dos, es la búsqueda intencionada de la descoherencia entre el concepto de unidad madre-hijo y la supuesta como  trascendida unidad Soledad-hijo.

Está muy lejos de nuestro objetivo enfrentar una a la otra como si se tratara de un concurso de expresiones cualitativas en busca de una ganadora, aunque si eso hiciéramos, tú serías nuestra ganadora absoluta.

En tal sentido, nuestro propósito es lograr tu comprensión hacia la significación de tu presencia  en nuestras vidas.

¡Eso sí!, no se te ocurra preguntar, desde cuándo mantenemos relación con Soledad porque no sabríamos darte detalles, solo recuerdo haberla conocido en ciertos momentos, desde la infancia; ella aparecía casi de la nada, para estar a nuestro lado, nos decía cosas agradables al oído, trataba de tranquilizarnos cuando sentíamos miedo y hasta llegó a ofrecernos cosas increíbles y mejores situaciones a futuro, ¡tantas!, que por momentos llegamos a confundir sus promesas, con los sueños conscientes de nuestro entonces, incipiente proyecto de vida.

Es posible que sus promesas hubiesen tenido por objetivo lograr nuestra tranquilidad; no obstante, siempre existiría en nosotros la duda de haber pretendido engañarnos. No obstante, mientras  ella se manifestaba oportuna, dulce, serena y “prometedora”; tú regañabas y exponías razones concretas y directas que a veces nos golpeaban.

Como ves, ambas constituyeron razón suficiente para comprender lo importante de sus presencias en nuestra vida. Indudablemente, hay motivos interesantes para la comparación pero, no hay otra intencionalidad más allá de darte a saber cómo cada una de Ustedes logró formar parte en nosotros.

Esperamos sea de tu agrado cuanto escribimos a comienzos de los años 70 de tu siglo:

Mi madre y Soledad

Compañeras inseparables en nuestro pensamiento y acción 
Amigas oportunas en momentos de alegrías y tristezas
Coexistentes como imprescindibles en nuestra existencia
Mi madre, la persona sin olvido venerada con amor
Soledad, más allá de cuanto pueda importarme la recuerdo
Mi madre cumplía años con la edad de los tiempos y envejecía como cualquier mortal sobre la tierra
Soledad sospechosamente, carece de edades  y cuando creemos llegado su fin, renace joven hermosa y tentadora. Capaz de inventar sueños irrealizables para atraernos.
Mi madre siempre hubo sido consejera y nunca pasó por su mente cobrar desvelos y asistencias.
Soledad, egoísta caprichosa celosa del tiempo y de los sueños bonitos, capaz de despertarnos en las noches para reclamar cosas más allá del olvido.
Mientras las horas alcanzan los dominios de la aurora
Soledad observa y sonríe burlona mientras cuenta los insomnios.
Mi madre envejecida dejó principios y valores practicados cual huellas profundas
Y…, Cómo olvidar su ausencia sus palabras sus obras.
Negar su presencia es negar  la brisa cuando acaricia rostros dormidos
 Imposible huir hacia el mar de los silencios sin oírla.
Saber que está aquí donde los deseos se encuentran y realizar nuestras con-versas en secreto
¿Acaso será posible invertir las distancias cubiertas por el tiempo de las edades y romper con las leyes de su continuo extravío?
¿Cómo susurrarle al viento memorias pasadas sin concienciar que nuestro encuentro puede ser solo deseo de viajero?
¿Cómo invadir aquellos espacios etéreos por asistir a sus nuevos cumpleaños?
Oírla cantar de nuevo como en nuestra infancia, sin aquella tristeza permanente por la muerte del hermano o el hijo.
Caminaríamos a su lado en busca de un horizonte del que siempre hablara.
Inventaríamos sueños para vivirlos con ella.
Sería de nuevo la espartana imponiendo la disciplina adecuada.
Sería sol de mediodía en invierno
Lluvia suave en primavera
Brisa fresca de verano
Hoja multicolor en los otoños.

          ¡Ah!, pero, imagino las cosas que dirás cuando leas, tal como hacías al interrumpir la lectura de las cartas que te ofrecíamos.

Nos parece oírte decir:

“¡Hay que ver lo embustero que eres, cualquiera que te oiga cae en la trampa, si me quisieras mucho como dices,  me visitarías más a menudo, pero está bien, continúa, no te interrumpo más!”  

Otras veces comentabas: “¡Eso tan cortito fue lo que escribiste!, ¿Qué pasó? Por lo visto no tuviste tiempo suficiente para escribir algo más largo y bonito a tu madre!”

En otra oportunidad, llegaste a expresar: “¡Espero que no solo hayas traído la carta y las flores porque que yo sepa eso no se come!”

Es posible que cuanta persona lea esto, crea que exageramos,  le parezca grotesco o fuera de lugar pero, nuestra “espartana” era así, francota y diáfana como gota de rocío.

Permite que lo expresemos públicamente porque lejos de enfadarnos tus comentarios, nos llenaban de alegría porque estabas viva y nosotros celebrábamos con gozo cada frase tuya, cada palabra; jamás nos dimos por ofendidos, éramos parte de ti, al punto que cuando íbamos a visitarte, nuestras hermanas casi a coro te decían: “¡Mamá, mira quien llegó, tu hijo querido!, ahora, estarás contenta, ya no te dolerá nada, todo será pascua y felicidad ¡Qué maravilla!”

Pero, debemos reconocer que nos veíamos poco, más allá de las llamadas telefónicas y algunas visitas periódicas; en consecuencia, nuestro encuentro físico se convertía en celebración, mientras mis hermanas permanentemente iban a tu encuentro o te atendían cotidianamente, por consiguiente, entre tú y ellas, las  celebraciones eran diferentes.  

¡No podrás imaginar cómo te recordamos!
         
                   Uno de tus hijos

RSY.


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